(VERBO SUELTO)
Por Antonio José Parafita Fraga, escritor y
comentarista de temas sociales políticos.
Del Blog VERBO SUELTO del autor, cuyo enlace es
verbosuelto.blogspot. com
Desde finales del
siglo XVIII, los nacionalismos no siempre fueron concebidos como movimientos
sociales y políticos sino que también lo fueron como sentimientos patrióticos,
pero en ambos casos han constituido un problema para la convivencia pacífica
entre los ciudadanos de los países en que estaba implantado y fuertemente
enraizado. En Cataluña el sentimiento nacionalista fue ganando terreno y
organizándose como movimiento social y político hasta convertirse en la
denominada cuestión del nacionalismo separatista catalán, que fue causa y
origen del actual desafío independentista.
Del nacionalismo moderado se pasó en relativamente poco tiempo a su versión más radical y extremista. Este comentarista quiere poner de manifiesto ante los lectores, y resaltar, que cada día se descubren actitudes y conductas independentistas que son realmente patéticas, surrealistas y abyectas. Y, hasta tal punto es así, que incluso existen catalogadas tramas de unos 54 grupos religiosos y políticos laicos que agitan los sentimientos independentistas en algunas iglesias catalanas, evidentemente no en todas.
Del nacionalismo moderado se pasó en relativamente poco tiempo a su versión más radical y extremista. Este comentarista quiere poner de manifiesto ante los lectores, y resaltar, que cada día se descubren actitudes y conductas independentistas que son realmente patéticas, surrealistas y abyectas. Y, hasta tal punto es así, que incluso existen catalogadas tramas de unos 54 grupos religiosos y políticos laicos que agitan los sentimientos independentistas en algunas iglesias catalanas, evidentemente no en todas.
Estamos, pues, en algo parecido a una
parodia del comienzo de las actuaciones circenses, van a ver ustedes, honrados y pacientes ciudadanos, lo más difícil
todavía sobre la alocada pretensión
de dividir y romper la unidad de España, así como de violentar la convivencia pacífica y cohesionada entre todos
los españoles, sean de la región o
autonomía que sea. Y justamente, las actuales circunstancias constituyen el
contexto del parodiado espectáculo circense. Como suele decir este articulista a
los lectores de sus colaboraciones, es importante que cada uno extraiga sus
propias conclusiones y haga las reflexiones que estime pertinentes sobre el
hastío y empalago que ocasiona el cansino tema del secesionismo catalán.
En cualquier caso, no debiera olvidarse
que el
nacionalismo por su propia definición y naturaleza es beligerante,
reivindicativo, sectario, perverso en su discurso y en los métodos y medios
utilizados para lograr los objetivos marcados, debiendo señalar que cuando se
exacerba puede llegar a ser muy problemático y dañino para la convivencia
pacífica entre los ciudadanos de bien. Pero la bajeza moral de los separatistas
tuvo y tiene como exponente máximo la utilización de los menores y el abuso de
la inocencia de los niños para un referéndum ilegal, hecho que puede ser calificado
como nazismo puro y duro. Menos
mal que, por fin, los padres de los menores han reaccionado denunciando su
utilización por parte de los fanáticos golpistas.
No obstante, a la hora de enjuiciar este
quimérico desafío independentista catalán, los lectores y quienes no lo sean deben
de tener en cuenta que los catalanes no necesitan la secesión, pero, en cambio,
los corruptos, sí. Asimismo, el autor de este análisis entiende que al final de
esta confrontación con cierto trasfondo belicoso, tiene que haber perdedores y
ganadores, pues sería inconcebible, penoso y lamentable que fuera el Estado de
Derecho el que perdiera el pulso planteado por los separatistas catalanes a la
propia Jefatura de la Nación y a los españoles.
Tampoco puede haber diálogos ni negociaciones que no pasen por el cumplimiento de la legalidad vigente, por lo que para la solución de este conflicto no pueden el Gobierno y los partidos políticos constitucionalistas ampararse en una política de cesiones y concesiones. Seguir esta vía, supondría sentar un nefasto precedente en España que en el futuro afectaría a la estabilidad de las instituciones del Estado y al fortalecimiento de la democracia ya bastante debilitada.
Tampoco puede haber diálogos ni negociaciones que no pasen por el cumplimiento de la legalidad vigente, por lo que para la solución de este conflicto no pueden el Gobierno y los partidos políticos constitucionalistas ampararse en una política de cesiones y concesiones. Seguir esta vía, supondría sentar un nefasto precedente en España que en el futuro afectaría a la estabilidad de las instituciones del Estado y al fortalecimiento de la democracia ya bastante debilitada.
Por lo demás, a estas alturas y con las
posiciones radicalizadas de los secesionistas, cualquier intento de diálogo
resultaría estéril como también lo son las expectativas de que culmine este
quimérico y desafiante sueño independentista catalán. Por
lo demás, esta pretensión rupturista de los independentistas catalanes es una
pantomima montada sobre bases ilegales, carente de rigor histórico y, por
encima, atenta contra el sentido común y la racionalidad. Pero partiendo de la
hipótesis de que toda esta bananera farsa separatista quede desmontada, es
incuestionable que quedarán los rescoldos de los odios sembrados por las
mentiras de los independentistas entre los catalanes y el resto de españoles, así como la fractura social y
división entre los ciudadanos de Cataluña y España.
De suerte que lo difícil, a partir del día 2 del próximo mes de Octubre de 2017, va a ser restañar las heridas abiertas por los odios sembrados, recomponer la fractura social y restablecer la confianza entre unos y otros. Y, por otra parte, cabe preguntarse cuál será la decisión que tomen los fiscales y jueces en relación a los supuestos delitos de desobediencia, desacato, malversación de fondos públicos, prevaricación y también con respecto al de rebelión de los sediciosos.
De suerte que lo difícil, a partir del día 2 del próximo mes de Octubre de 2017, va a ser restañar las heridas abiertas por los odios sembrados, recomponer la fractura social y restablecer la confianza entre unos y otros. Y, por otra parte, cabe preguntarse cuál será la decisión que tomen los fiscales y jueces en relación a los supuestos delitos de desobediencia, desacato, malversación de fondos públicos, prevaricación y también con respecto al de rebelión de los sediciosos.
Cierto es que las causas
de estas derivas sociales y políticas fueron multifactoriales, pero deben de
ser señaladas y remarcadas especialmente aquellas
que más detesta la sociedad, como son, entre otras, la ausencia de auténticos líderes políticos y sociales, dentro y fuera
de España, como de igual modo la de hombres de Estado, como en tiempos
pretéritos. Pero, sobre todo, la cobardía de la mayoría de los dirigentes
sociales, políticos institucionales. De ahí que se puede afirmar sin rodeos que muchos ciudadanos desaprueban
las manifestaciones tibias y ambiguas de los personajes públicos que
representan a prestigiosas e influyentes instituciones, como la Iglesia
católica, que a través de su máximo órgano de gobierno, la Conferencia
Episcopal Española, emitió un débil y
confuso comunicado, cuyas tachas señalaremos más adelante.
A día de hoy, se
echan en falta estadistas de la talla sociopolítica y autoridad moral, como la que
tenían Adolfo Suárez González, Manuel Fraga Iribarne, Felipe González Márquez,
Santiago Carrillo Solares, Nicolás Redondo Urbieta, Marcelino Camacho Abad. Y, en opinión de este comentarista, sólo Mariano Rajoy Brey está teniendo una
actitud política de hombre de estado, secundado por Albert Rivera Díaz, presidente
del partido Ciudadanos. Los demás dirigentes políticos españoles, distan mucho
de estar a la altura de las circunstancias sociales y políticas del momento
actual.
Finalmente, el Presidente de la Conferencia Episcopal Española, al final de la Comisión Permanente de los Obispos, leyó un Comunicado, aprobado por unanimidad, según él, que el autor del presente comentario escuchó con tanto interés como expectación, a través del cual los Prelados hacen un llamamiento al diálogo entre el Gobierno Central, que es plenamente democrático y en tales términos actúa, y el de la Generalidad catalana, claramente antidemocrático, porque por sistema lo hace al margen de la legalidad constitucional, estatutaria y jurisdiccional, como vía de solución al conflicto entre España y Cataluña. Con respecto a este tibio, ambiguo y acrítico comunicado episcopal, debo señalar que el problema catalán lo vienen planteando desde tiempo inmemorial los separatistas catalanes, no el resto de los pacíficos ciudadanos españoles, y menos aún el Estado. Por otra parte, el Gobierno de la Nación ofreció al de Cataluña dialogar cuanto fuese preciso pero dentro de la Ley y el Derecho. Pero, en cambio, a los independentistas catalanes no les interesaba realmente el diálogo sino sino llevar a cabo la tediosa mascarada del día 1 de Octubre para evitar ir a la cárcel por diferentes actuaciones delictivas, entre otras razones.
Finalmente, el Presidente de la Conferencia Episcopal Española, al final de la Comisión Permanente de los Obispos, leyó un Comunicado, aprobado por unanimidad, según él, que el autor del presente comentario escuchó con tanto interés como expectación, a través del cual los Prelados hacen un llamamiento al diálogo entre el Gobierno Central, que es plenamente democrático y en tales términos actúa, y el de la Generalidad catalana, claramente antidemocrático, porque por sistema lo hace al margen de la legalidad constitucional, estatutaria y jurisdiccional, como vía de solución al conflicto entre España y Cataluña. Con respecto a este tibio, ambiguo y acrítico comunicado episcopal, debo señalar que el problema catalán lo vienen planteando desde tiempo inmemorial los separatistas catalanes, no el resto de los pacíficos ciudadanos españoles, y menos aún el Estado. Por otra parte, el Gobierno de la Nación ofreció al de Cataluña dialogar cuanto fuese preciso pero dentro de la Ley y el Derecho. Pero, en cambio, a los independentistas catalanes no les interesaba realmente el diálogo sino sino llevar a cabo la tediosa mascarada del día 1 de Octubre para evitar ir a la cárcel por diferentes actuaciones delictivas, entre otras razones.
En última instancia, éstos sólo pretendían y
buscaban la complicidad del Gobierno de España para legitimar la secesión de
Cataluña y, en consecuencia, la ruptura no sólo de la unidad social y política
de este País sino también la su cohesión territorial, por encima de lo
establecido en la Carta Magna como marco de convivencia. Lo que quieren es
justificar el golpe de estado que están dando. Y, eso, Sres.Obispos, no está
bien ni es justo situarse en la equidistancia. Los Sres. Obispos son muy libres
de emitir comunicados, pero muchos de sus destinatarios opinamos que en la
actual coyuntura social, política e institucional sería muy importante que, en
los mismos, dedicaran algún párrafo a hacer autocrítica y además pedir perdón,
por ejemplo, por el daño que producen, al menos desde el punto de vista
evangélico, las incoherencias de los independentistas mediáticamente confesos, como
son y están siendo las del Obispo de Solsona.
Pero, en parecidos términos, se realizan las de un número indeterminado de sacerdotes catalanes; las de las populistas y demagógicas monjas Lucía Carám y Teresa Forcades, entre otras religiosas; las del abad de Montserrat; las de algunos sacerdotes vascos y las otros clérigos que, con sus soflamas de marcado carácter separatista sobre el derecho a decidir y a la autodeterminación de los pueblos-regiones-, en modo alguno propician ni favorecen la convivencia pacífica y fraternal entre los ciudadanos de las distintas comunidades autónomas de España, y sí, en cambio, contribuyen a romper la unidad territorial de este país y a destruir el actual sistema de relaciones interpersonales, cuyo marco legal está constituido por la Constitución de 1978, los Estatutos de Autonomía y las Sentencias de los Tribunales.
Pero, en parecidos términos, se realizan las de un número indeterminado de sacerdotes catalanes; las de las populistas y demagógicas monjas Lucía Carám y Teresa Forcades, entre otras religiosas; las del abad de Montserrat; las de algunos sacerdotes vascos y las otros clérigos que, con sus soflamas de marcado carácter separatista sobre el derecho a decidir y a la autodeterminación de los pueblos-regiones-, en modo alguno propician ni favorecen la convivencia pacífica y fraternal entre los ciudadanos de las distintas comunidades autónomas de España, y sí, en cambio, contribuyen a romper la unidad territorial de este país y a destruir el actual sistema de relaciones interpersonales, cuyo marco legal está constituido por la Constitución de 1978, los Estatutos de Autonomía y las Sentencias de los Tribunales.
Ustedes, Sres Obispos, verán lo que dicen y
hacen ante esta dramática e histórica situación. Instalarse en la cobardía para
ampararse en ella, no es buen ejemplo ni estímulo para los ciudadanos en
general y menos aún para los creyentes cristiano- católicos. El caso es que, en
opinión de algunos medios de comunicación, la Conferencia Episcopal con
pronunciamientos tan tibios, ambiguos, cobardes y con aparente escasa
implicación y compromiso, no contribuye de manera efectiva a desactivar el
fuego de la confrontación social y política sino que, en cierto modo, lo aviva.
A este paso, de no mediar una rectificación por parte de los responsables de la
institución eclesiástica, van a tener que marcar la X en la Declaración de la
Renta los sediciosos golpistas.
Por Antonio José Parafita Fraga, escritor y comentarista de temas
sociales y políticos.
Del Blog VERBO SUELTO del
autor, cuyo enlace es verbosuelto.blogspot.com
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