Al comienzo del nuevo año 2017, marcado por un relativismo de carácter subjetivista, la arbitrariedad y por el contexto de una realidad multicausal y poliédrica, viene a cuento el metafórico y retórico poema de Ramón de Campoamor: En este mundo traidor, nada es verdad ni mentira, todo es según el color del cristal con que se mira. Así es por lo que el autor de este análisis/comentario de situación pretende presentar y ofrecer al lector algunos aspectos de la realidad circundante, uno de los cuales pudiera ser la vuelta al bipartidismo en España, después de la decepcionante frustración del proyecto multipartidista o lo que es mismo tras el fracaso de la ensoñación pluripartidista.
Tal aseveración se puso de manifiesto el día 21 de Diciembre de 2016 con el acuerdo al que han llegado PP y PSOE de dejar fuera del pacto de pobreza energética a la nueva política, concretamente a la representada por Podemos y sus marcas blancas en las distintas regiones o comunidades autónomas del Estado español. Los movimientos sociales y políticos surgidos del 15 Mayo de 2011, protagonizado por muchos ciudadanos descontentos e indignados, contribuyeron, sin lugar a dudas, al declive-casi derrumbe- del multisecular sistema político, social, económico y cultural español.
Por otra parte, el hundimiento de la socialdemocracia europea y española está siendo un hecho palpable, mientras, por el contrario, se produce el inquietante avance de los populismos de izquierdas y derechas, no sólo en prácticamente todos los países del continente europeo sino que esta corriente de pensamiento y opinión se ha mundializado. Esto es lo que ponen de manifiesto tanto los alambicados datos estadísticos como los sofisticados estudios sobre la realidad sociopolítica internacional.
El fracaso de la ensoñación del pluripartidismo y el malogro de las expectativas, creadas en torno a los planteamientos redentores de los partidos emergentes, resultan cada vez más patentes a la vista de los hechos, y, por ello, se evidencia en el escenario político el retorno a un bipartidismo de nuevo cuño, acomodado, eso sí, a la necesidad del diálogo permanente y la negociación flexible para alcanzar grandes acuerdos y pactos de Estado, debido a la dificultad que existe de conformar mayorías absolutas electorales. El contexto político actual plantea la exigencia de mayorías parlamentarias para poder legislar y gobernar con eficacia este país.
En línea con lo anterior, se resalta que las nuevas políticas propician y, aún más, determinan el retorno al bipartidismo en España y la conformación de un orden social, político, económico y cultural muy distinto del anterior. Es evidente, pues, que se está produciendo un cambio en los patrones conductuales de los ciudadanos a la hora de emitir su voto en los procesos electorales. Relevante es el hecho de que en este clima de reformas, innovaciones, cambios y evoluciones en los paradigmas, escala de valores, referencias y rangos, España crece más que la media europea y genera riqueza. Y esto, pese a que la actividad política y administrativa durante casi todo el pasado año 2016 estuvo condicionada por las constantes incertidumbres y sobresaltos de índole social, política y económica.
Con tal motivo, los dirigentes sindicales de UGT y CCOO dicen, al final de la frustrante movilización llevada a cabo el día 18 de Diciembre de 2016, que la riqueza debe compartirse. Incoherente actitud pues la de estas dos organizaciones sindicales de clase, que, ancladas en el pasado y sin haber hecho su particular transición a democracia participativa, están muy lejos de practicar una política sindical solidaria y de repartición efectiva. Además, los avispados lectores saben que la representatividad de estos dos sindicatos es más bien escasa, por lo que sólo su desmesurada ambición de dinero y poder de influencia ha generado en las mencionadas formaciones una actitud de prepotente arrogancia y presuntuosa exclusión en relación a otras formaciones sindicales españolas.
Ahora bien, mientras en España y Europa la política y los partidos políticos que la encarnan y representan, están experimentando importantes cambios, en la escena pública mundial se va perfilando poco a poco y proyectando de manera intensa el fenómeno del trumpismo, especie de nuevo movimiento actitudinal en la particular forma de hacer política de Donald Trump, Presidente electo de los EEUU, a quien se le atribuye la paternidad de la citada corriente.
Hay que aclarar que, en modo alguno, constituiría una vulgar frivolidad resaltar que, desde el paroxismo progresista de la izquierda estadounidense, se pretendió, utilizando las más diversas argucias, evitar o al menos dificultar que Donald Trump tomase posesión como Presidente. Pero, en todo caso, esta cuestión no tuvo más recorrido mediático ni trascendencia social que la de ser una simple anécdota en la fulgurante carrera política de este personaje de temperamento recio y carácter enérgico, del que cabe afirmar sin ambages ni cortapisas que a nadie deja indiferente.
Lo significativo y digno de ser reseñado en la biografía política de este ya histórico político, fue el hecho constatado de que el mismo día que consiguió los 270 votos en el Colegio Electoral, confirmándolo como Presidente electo de los Estados Unidos, Donald Trump recurrió a su cuenta de twitter para condenar sin paliativos y con firmeza los atentados perpetrados por aquellas fechas en Turquía, Suiza y Alemania por el terrorismo organizado. Esa actitud produjo un gran impacto en la comunidad internacional y supuso un buen aldabonazo en el inicio de la proeza política de este enigmático y fascinante aspirante a la Casa Blanca.
Y este gesto, constituyó, a juicio del autor, no sólo un esperanzador acicate sino también un estimulante punto de apoyo para aplacar y contener el avance del terrorismo en el mundo occidental, habida cuenta, por otra parte, de que su presunta buena relación con el Presidente ruso, Vladímir Putin, puede contribuir a que tanto su imagen pública de estadista como la figura política de líder mundial queden encumbradas y fortalecidas con respecto a poder plantar cara y hacer frente a los enemigos del orden, la paz, la tolerancia y la libertad.
A propósito de la empatía entre Putin y Trump, este último, en contestación a las críticas de Barack Obama, dice: sólo un tonto pensaría que es malo tener buena relación con Rusia. Las obvias diferencias ideológicas existentes entre ambos poderosos mandatarios y la lógica contraposición de sus posicionamientos políticos, no tienen por qué ser óbice para unir fuerza y esfuerzos en la lucha contra el terrorismo, en opinión de este analista de temas sociales y políticos.
En relación a los reiterados ataques terroristas, el Presidente electo estadounidense deja bien claro y sentado ante la opinión pública internacional, que el mundo civilizado y libre tiene que cambiar necesariamente de categorías mentales y formas de pensar, al tiempo que debe diseñar nuevas estrategias orientadas a proteger los derechos fundamentales de aquellos ciudadanos que viven oprimidos y vejados, entre ellos, y con prioridad absoluta, han de ser protegidos y defendidos los de la libertad y la vida.
A nadie se le escapa, a estas alturas, que el trumpismo, con Donald Trump a la cabeza, representa una verdadera rebelión sociopolítica contra el globalismo, la demagogia populista, los radicalismos de palpable signo totalitario e incluso contra el multiculturalismo. El autor de este comentario sociopolítico omite, de propio intento, realizar cualquier juicio de valor sobre el modo tan personal de hacer política del que, en breve, será el Presidente del país más poderoso de la tierra y de igual modo no entra a hacer un análisis pormenorizado de sus atrabiliarias maneras de expresar y exponer sus puntos de vista, referidos a temas de diversa índole y naturaleza. Las aparentes insolencias verbales de Donald Trump, no son sino una de las características distintivas de su perfil humano y político.
En todo caso, el autor de este artículo entiende que la comunidad internacional está muy expectante y confiada en que, con la llegada al poder de Donald Trump, se puedan reorientar al bienestar común de los ciudadanos y de los pueblos una serie de procesos ambiguos y fenómenos sociales inconsistentes, equívocos y vagos, como el del multiculturalismo y el de la globalización. En fechas recientes, diversos medios de comunicación publicaron algunos comentarios en los que se da por hecho que, con la llegada al poder de Donald Trump, tanto el multiculturalismo como la globalización quedaron o quedarán en entredicho.
Es obligado subrayar por deferencia al lector, que la Alt-right despertó y espoleó a Occidente. Por otra parte, debe tenerse en cuenta y tomarse en consideración que la victoria del republicano Trump sobre la demócrata Hillary Clinton y el controvertido grupo de choque ultraderechista que defendió y sigue defendiendo a Donald Trump, conocido como la Alt-right, son dos de los acontecimientos que pueden situarse en el amanecer del nuevo año 2017 y en la portada de su incipiente trayectoria política, que tendrán una importante y decisiva repercusión en la vida social, política y económica de los ciudadanos del mundo, especialmente en la de los norteamericanos. En última instancia, puede concluirse que los problemas a los que tiene que enfrentarse la UE y los EEUU en 2017, son o serán, entre otros, el Brexit, la inmigración, el terrorismo, el hackeo informático, el desempleo, la desigualdad social y la ya mencionada Alt-right.
Puede decirse que el recientemente despedido 2016, fue el año en que Donald Trump venció al establishment y en el que grandes sectores sociales perseguidos por razón de sus creencias y motivos ideológico/políticos encontraron en este controvertido político un esperanzador alivio, dadas las claras muestras de coraje y valentía demostradas al vencer la cobardía política y hacer frente a la insidiosa y persistente cristianofobia, que está siendo un auténtico azote para una gran parte de la comunidad cristiano/católica en distintos puntos del mundo occidental y también en el oriental.
Sobre este particular y espinoso asunto de la violación de derechos fundamentales, como el de la libertad religiosa y de culto, es de significar que el Presidente electo de los EEUU planta cara a los que llaman o invitan a decir Happy Holidays- felices vacaciones, en lugar de felices navidades o felices fiestas de Navidad- para no ofender los sentimientos ni herir la sensibilidad de quienes odian la Navidad por su indudable carácter religioso. Produce hondo pesar en las conciencias de las personas de bien y de los ciudadanos del mundo libre y civilizado la constatación de que, según el Papa, hay más mártires cristianos hoy que en los primeros siglos de la era cristiana. Cerca de 215 millones de cristianos sufren persecución. La ONG Puertas Abiertas destaca, en su último índice, un crecimiento de estas situaciones en la India y países del sureste asiático.
La implicación y el compromiso del trumpismo de Donald Trump con la defensa de los derechos de los cristiano/católicos y en contra del hostigamiento, la persecución, el ultrajante escarnio y las torturas que vienen padeciendo en diferentes zonas de la geografía mundial, constituye una encomiable actitud y una apreciada carta de presentación de este gran valedor del catolicismo perseguido en muchos puntos del planeta con indescriptible crueldad. De suerte que para estos creyentes en general y para los maltratados en particular el Presidente electo de los EEUU es ese líder fuerte e indiscutible que tanto necesitan porque les inspira confianza y cuyo discurso tiene bastante parangón con el del Papa Francisco.
No son pocos los que piensan y defienden que Donald Trump es o puede ser el mirlo blanco de la política internacional y la gran esperanza de la comunidad cristiano católica universal. Por otra parte, es de resaltar el profundo sentido patriótico del padre del trumpismo. Resulta un asunto muy enojoso oír cuestionar de forma prematura la valía de su personalidad política y capacidad de gestión, sobre todo, cuando se hace con poco rigor y sin argumentos sólidos. Al respecto, es necesario indicar que, quienes así se comportan, carecen de legitimidad para realizar esa crítica apriorística acerada y negativa, dado que no tienen visión o perspectiva de futuro y, por ello, son incapaces de sopesar que aún no empezó a ejercer realmente el poder otorgado por los electores. Además, no es creíble que los norteamericanos hayan elegido a un vulgar y fatuo ciudadano para Presidente.
En este orden de cosas, deben tomarse también en consideración las palabras del Subsecretario para las Relaciones de la Santa Sede con los Estados, Antoine Camilleri, por medio de las cuales ha expresado su preocupación por la creciente marginación de la religión, en concreto del cristianismo, en naciones que, sin embargo, ponen especial énfasis en la tolerancia. Asimismo, este alto cargo de la Iglesia católica, en una reunión de la OSCE- Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa-, celebrada en Viena el 14 de Diciembre del pasado año, denunció el temor que existe en Occidente a que el cristianismo pueda desempeñar su legítimo papel en el espacio público, lo que equivaldría a una percepción reduccionista de la libertad religiosa, circunscribiéndola sólo a la libertad de culto.
Por otra parte, el referido alto cargo eclesiástico pone de manifiesto que, debido a la corrección política, la fe y moral cristianas se eliminan de las intervenciones públicas por hostiles y ofensivas. Algunos dirigentes políticos abogan por poner sordina a la voz de la religión y por relegarla al ámbito de lo privado. El ejemplo más concreto y cercano en el tiempo es el de quienes se inclinan por evitar la celebración de la Navidad bajo la excusa o el pretexto de que puede molestar a las personas de otras creencias religiosas o a las no creyentes.
La cuestión es que se llegó a una situación en la que hablar y actuar públicamente como un cristiano en la vida profesional nunca fue tan arriesgado como de un tiempo a esta parte. Sorprende sobremanera que, en Occidente, determinados representantes públicos usen la corrección política para perseguir y hostigar a los cristianos, escondiendo vergonzosamente su cobardía moral.
No cabe duda de que el trumpismo va a catapultar un nuevo orden internacional- ya lo está haciendo-. Sin embargo, es necesario proponerse erradicar los populismos, sean de izquierdas o de derechas, de la esfera política europea y mundial. Es innegable que el trumpismo referenciado convulsiona y revoluciona el actual orden internacional, al tiempo que propugna y defiende otro nuevo y diferente.
Asimismo, agita las conciencias y revuelve la opinión pública mundial. A mayor abundamiento, hasta es probable que el trumpismo contribuya a que logren el poder en Francia, Alemania, Italia y Austria quienes son tildados de ultraderechistas con trasfondo ideológico populista. En última instancia, el trumpismo que irrumpió en EEUU con la victoria del republicano Donald Trump, vino a convulsionar y a sacudir el espíritu crítico de la opinión pública mundial.
Y como colofón de este apartado, el analista quiere advertir a sus lectores que está por ver lo que pueda dar de sí la gestión de Donald Trump, tanto desde el punto de vista económico como de la política exterior. No es de extrañar que, en breve, a los estadounidenses y al mundo entero, o lo que es lo mismo, a propios y ajenos o extraños, les sorprenda la eficiente y determinante acción política de este Presidente republicano de los EEUU. Tiempo al tiempo.
Cierto es que la democracia española ha sufrido un considerable grado de deterioro y degradación, similar al del resto de las actualmente existentes en el ámbito social y político occidental, bien sean de tradición e influencia anglosajona, germana, escandinava o latina. Por ello, a nadie se le escapa que es urgente y necesario reforzarla en sus pilares y estructuras básicas.
Determinadas irregularidades y conductas reprobables, no sólo desde el punto de vista moral y político sino también penal, llevadas a cabo por dirigentes y representantes de los algunas organizaciones públicas, y que a buen seguro están en la mente del lector como censurables, demuestran de manera fehaciente que el titular del presente artículo responde con bastante precisión a la realidad situacional del sistema democrático de este país, España.
Aparte de lo apuntado, se aporta el testimonio y punto de vista, sin duda poco autorizado, de un personaje de la vida pública europea, como el del diputado alemán, Bernhard von Grünberg, que tiene la osadía de denunciar ante la propia canciller Angela Merkel y el Bundestag la judicialización del proceso independentista catalán, afirmando este socialdemócrata germano que el Gobierno español es cada vez más antidemocrático y que menoscaba de forma sistemática la propia democracia en el caso del secesionismo catalán, al rechazar cualquier diálogo, aduciendo este personajillo los casos de Carme Forcadell y Santiago Vidal para formular semejante estolidez y majadería jurídico/política.
Disparatada apreciación la de este mediocre político alemán, que, de ninguna manera, puede compartir ni asumir el autor del presente análisis/comentario, entre otras razones, porque sus afirmaciones son tendenciosas y falsas. Pero, el colmo de las estúpidas desfachateces, desatinos y despropósitos del aludido diputado es que cuestiona la democracia española en el sentido europeo del término. Y llega también a poner en solfa la independencia del Tribunal Constitucional de España. ¡Y vaya delirantes e intolerables declaraciones las de este irresponsable tipejo, que suponen una manifiesta injerencia en temas internos de la Nación española!.
Sin embargo, es aconsejable quedarse con la parte positiva de tales sandeces y necedades, que consiste en recordar que no hay régimen democrático alguno que sea perfecto, incluido el alemán, y, en consecuencia, que no sea susceptible de ser perfeccionado, cuando se degrada o/y desfasa, sea por los comportamientos inadecuados de algunos ciudadanos o por el mero paso del tiempo.
Sin embargo, es aconsejable quedarse con la parte positiva de tales sandeces y necedades, que consiste en recordar que no hay régimen democrático alguno que sea perfecto, incluido el alemán, y, en consecuencia, que no sea susceptible de ser perfeccionado, cuando se degrada o/y desfasa, sea por los comportamientos inadecuados de algunos ciudadanos o por el mero paso del tiempo.
Por Antonio José Parafita Fraga, escritor y comentarista de temas sociales y políticos.
Del Blog VERBO SUELTO del autor, cuyo enlace o link es verbosuelto.blogspot.com
Sin duda el análisis es arriesgado, tiempo al tiempo y puede que tenga razón. Otros más alocados han resultado cambiar el ritmo de las economías.
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