ESPAÑA, PAÍS DE PÍCAROS FAMOSOS Y DE PRESUNTOS
TRINCADORES DE OFICIO.
BREVE REFLEXIÓN POLÍTICA EN CLAVE DE SARCÁSTICA E
IRÓNICA PARODIA.
Por Antonio José
Parafita Fraga, escritor y comentarista de temas sociales y políticos. Del Blog
VERBO SUELTO del autor, cuyo enlace es: www.verbosuelto.blogspot.com
Por Antonio José Parafita Fraga,
escritor y comentarista de temas sociales y políticos. Del Blog VERBO
SUELTO del autor, cuyo enlace es: www.verbosuelto.blogspot.com
Pero, eso sí, los presuntos trincones han
puesto un especial esmero en utilizar artificiosas
formas y sofisticados modos de proceder en sus actuaciones públicas. Por lo que, en la mayoría de los casos, se pueda ver a estos individuos con muy buen aspecto físico, pletóricos, exultantes, sonrisa puesta y luciendo corbata de marca, dando toda la impresión de que, con sus buenas trazas, quieren transmitir este mensaje: al menos, nadie podrá quejarse de nuestra falta de clase. Dicho lo cual, y para comprender la razón de ser y el trasfondo de esta sarcástica e irónica parodia, el lector debe clicar o pinchar el enlace, en color azul, al final del segundo párrafo, y se encontrará con una reprobable y escandalosa información sobre la actuación, presuntamente corrupta, de dos ex altos cargos del PSOE.
El autor, partiendo de la referida noticia, ha elaborado y publicado este comentario en clave de irónico sarcasmo, como un modo distinto de intentar conseguir que los lectores en particular y los ciudadanos en general se pongan a pensar serenamente en la magnitud y alcance de las tropelías e inmoralidades cometidas por determinados responsables políticos y sociales. Asimismo, se pretende que toda la ciudadanía tome conciencia clara del repudio cívico y desprecio personal que merecen estos personajillos de tan escasa cintura política y evidente carencia de criterios y principios éticos y morales, como se pone se manifiesto por sus conductas lesivas para el conjunto de la sociedad:
El autor, partiendo de la referida noticia, ha elaborado y publicado este comentario en clave de irónico sarcasmo, como un modo distinto de intentar conseguir que los lectores en particular y los ciudadanos en general se pongan a pensar serenamente en la magnitud y alcance de las tropelías e inmoralidades cometidas por determinados responsables políticos y sociales. Asimismo, se pretende que toda la ciudadanía tome conciencia clara del repudio cívico y desprecio personal que merecen estos personajillos de tan escasa cintura política y evidente carencia de criterios y principios éticos y morales, como se pone se manifiesto por sus conductas lesivas para el conjunto de la sociedad:
No obstante, tampoco es para tanto- dicho sea con sarcástica
ironía-, dado que, al fin y a la postre, sólo se trata de unos cuantos euritos,
que, en cualquier caso, a las eléctricas y a los gestores públicos le resuelven
la papeleta del pago de sustanciosos sueldos o sobres a sus asesores de postín.
Además, y después de todo, qué más da que te joroben unos que otros o que lo
hagan antes o después, si al final el ciudadano consumidor de electricidad y/o
de cualesquiera otros productos de primera necesidad, terminará siendo
jorobado.
Se trata sólo de uno de los muchísimos ejemplos de casos,
tramas, causas y operaciones de corrupción que se pusieron en marcha vía
instrucción judicial en los últimos meses-años- y que asolaron el
"bendito" suelo patrio español, no sólo desde el punto de vista
económico sino también social y político. Y, como consecuencia, se ha generado
un ambiente de desconfianza en las instituciones del Estado, en los partidos
políticos y en el propio sistema democrático, hecho que fue aprovechado
hábilmente y de manera oportunista por una gran parte de la ciudadanía
descontenta, decepcionada e inquieta para organizarse en nuevas organizaciones
político/partidistas o para pretextar actitudes de pasividad, indiferencia y
falta de implicación o compromiso con los modelos de gestión, pasados o presentes, de la cosa pública.
Pero todos tranquilos, porque si no se puede pagar el recibo de
la luz, pongamos por caso, siempre queda el recurso de cantar al unísono la
canción popular gallega: Apaga o candil marica chús, chús. Apaga o candil que
ten moita lus. Que ten moita lus moita claridá. Apaga o candil e non gastará.
Realmente, visto de ese modo, no parece tan grave el que los exministros del
Gobierno de Zapatero, Elena Salgado y Miguel Sebastián, le hayan regalado o
condonado a las eléctricas 3.400 millones de euros, que éstas habían cobrado de
más en concepto de costes de transición a la competencia. Huelga decir que lo
que acaban de leer es el paradigma de una expresión sarcástica e irónica.
Después de lo apuntado, los
angustiados contribuyentes españoles debieran de ser un poco más comprensivos y
admitir como algo lógico que estas “pobres” empresas, que no empobrecidas,
tenían que recibir esa exigua cantidad en concepto de compensación por los
perjuicios resultantes de la liberalización del sector. Además, y en última
instancia, a los ciudadanos que se sientan muy atribulados, agobiados e
indignados siempre les queda el recurso del cancionero popular para aliviar sus
penas con aquello de: Quien canta, los males espanta. Hay que sobreentender que
se trata de un puro sarcasmo.
En fin, que la gente es muy inconformista, aparte
de protestar por todo y quejarse de vicio, no faltando quienes
incluso digan que la actuación política de estos dos ex altos cargos
socialistas formaba parte de las tramas de corrupción que contribuyeron a
acentuar la crisis padecida por la sociedad española. No es
casual ni anecdótico que la Audiencia Nacional haya admitido a trámite la querella
presentada por la asociación de consumidores Causa Común y elaborada por
Ausbanc, por entender que hubo delito de prevaricación en comisión por omisión
y de estafa. Es una parodia de la penosa realidad de la corrupción en el ámbito
de algunas instituciones del Estado español.
Resulta sorprendente poder comprobar que la solución a uno de los
grandes problemas que preocupan, inquietan y acucian a muchos ciudadanos, está
en algo tan sencillo como apagar o candil. Porque, por la propia letra de la
canción, se deduce fácilmente que el problema radica en un exceso de luz y de
demasiada claridad. Salta a la vista, pues, que la solución está en no encender
el candil. A propósito del subgénero literario empleado en este breve
análisis/comentario político, es importante señalar que los socorridos recursos
de la ironía y el sarcasmo añaden un notable valor al sentido del texto. El
lector comprende, a buen seguro, que se está caricaturizando la solución a un
problema real de consumo eléctrico que afecta a muchas familias
españolas.
La técnica literaria anteriormente
citada, propicia el que cuantos lean este tipo de reflexiones se paren a
pensar unos momentos, aparte de ayudarles a mantener el interés y la variedad
en la narración correspondiente. En definitiva, debe apuntarse que el acopio de
estas figuras retóricas no presupone intención de ofensa ni mofa, sino más bien
la de contribuir a reflexionar con una mayor profundidad sobre las actitudes y
comportamientos de personas concretas, señalando, en ocasiones, sus
contradicciones e incoherencias.
Y, por
último, cabe subrayar que tanto en el campo de la literatura como en el del
cine, hubo, a lo largo de la historia, relevantes personajes que recurrieron
con frecuencia al sarcasmo, la ironía o la sátira para enfatizar sus escritos,
palabras y/o actuaciones. Célebres fueron, por ejemplo, las sentenciosas y
lapidarias frases pronunciadas por alguno de ellos, como la de Confucio: el
silencio es el único amigo que no traiciona; la de Paul Lafitte: un tonto pobre
siempre será un tonto y un tonto rico siempre será un rico; la de Oscar Wilde:
un verdadero amigo te apuñala de frente; la de Mark Twain: no fui al funeral
pero envié una carta diciendo que lo aprobaba. En este mismo sentido, deben ser
mencionados Shakespeare, Jane Austen e incluso el propio Sherlock Holmes.
Breve reflexión ad hoc en clave de irónica parodia realizada por
Antonio José Parafita Fraga, escritor y comentarista de temas sociales y
políticos. Del Blog VERBO SUELTO del autor:
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